Por San José siempre hemos celebrado el día del padre. ¿Es una costumbre mercantilista de los grandes almacenes?. No me interesa ir por esa pregunta.
Prefiero reconocer que muchos hijos, por hoy, tienen un recuerdo por su padre. Como en otra fecha la tienen hacia la madre.
Padre y madre son palabras sagradas en nuestra Religión. Por mucha insistencia relativista de introducir al: progenitor A o al progenitor B. Nunca será desterrada la doble misión creadora, educadora, hogareña y familiar del padre y de la madre.
Existe un sector familiar de la Iglesia Católica actual, las parejas que contrajeron matrimonio durante los últimos años sesenta y parte de los setenta, que se encuentran fracasados como padre y madre. Son los padres de unos hijos que viven al margen de lo que les enseñaron en sus casas, en los colegios y en las parroquias.
Dejo hoy unos rasgos sobre estos padres e hijos
Siempre les digo a ese sector de matrimonios que no se lastimen mutuamente calificándose como “fracasados”, porque no han fracasado como padres, ha sido la sociedad secularizada, materialista, hedonista y relativista, la que ha llevado a sus hijos, que bordean la cuarentena o están en ella, hasta unas orillas playeras donde como náufragos se han quedado sin brújula y caminan perdidos en esa isla donde buscan y no encuentran, donde caminan y se casan de inmediato.
Fueron aquellos chicos que tuvimos de monaguillos en la parroquia, fueron aquellos alumnos que pasaron por las aulas en plena Transición, fueron aquellos jóvenes que entraron en la universidad o en el trabajo laboral, contrajeron matrimonio, tuvieron hijos, y hoy yacen en el paro total, se han separado usando el divorcio express, tienen a los hijos por turnos impuestos por el juez de familia, y para remate de la mentalidad de los padres, no pisan una iglesia ni para saludar al cura que los bautizó y les impartió el resto de sacramentos de la iniciación cristiana.
Ante este panorama los padres han abierto su casa a esos hijos descarriados, los alimentan, los consuelan, les cuidan los nietos cuando están de turno, y se dejan la vida por todos ellos, por puro amor paterno y materno.
Estos padres, me dicen, pero ¿por qué cuando les hablo a mis hijos por los motivos de su apartamiento de la Iglesia y de la practica de la fe no responden nada o me mandan callar?, ¿por qué cuando les digo que bauticen a los hijos me responden que cuando sean mayores que ellos decidan por sí solos?.
Ante este panorama tan real como la vida misma, siempre respondo a los padres que miren la parte positiva que tienen esos hijos: su honradez, sinceridad, servicio, solidaridad, responsabilidad……y una larga serie de valores cristianos que aprendieron a lo largo de su educación, pero que no han perdido a pesar de los vaivenes que la vida les ha pegado hasta el momento presente.
¿Son fracasados este sector de padres y madres?. Ni mucho menos. Son unos héroes. Son unos constantes rezadores al Señor por sus hijos y nietos.
En la fiesta de San José, Patriarca de la Iglesia Católica, estos padres los tengo presentes hoy en este post, y ruego a los amigos lectores una oración por todos ellos a fin de que nunca el abatimiento entre en las casas de estas parejas de abuelos valientes y constantes cristianos, algunos de los cuales están en las comunidades parroquiales como siempre han hecho y harán hasta el último suspiro de sus vidas.
Tomás de la Torre Lendínez
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