Aleteia 16 de marzo de 2013
Durante las votaciones en el conclave tenía a mi lado al cardenal Claudio Hummes, arzobispo emérito de São Paulo, quien me confortaba mientras, votación tras votación, la cosa se hacía “peligrosa”. Cuando los votos llegaron a los 2/3 y todos aplaudían por la elección del Papa, el cardenal me abrazó, me besó y me dijo: no te olvides de los pobres. Enseguida pensé en san Francisco de Asís. El santo de los pobres, de la paz, del amor a la creación. ¡Cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres!
Con estas sencillas palabras explicó el papa Francisco, a los casi 6.000 periodistas de 81 países reunidos en el Aula Pablo VI para la primera audiencia a la prensa. El Papa, que como ya empieza a acostumbrar, improvisó parte de su discurso, y habló cariñosamente a los presentes, bromeando sobre la elección de su nombre: “los cardenales me decían que por qué no me llamaba Adriano, como el gran reformador de la Iglesia, o Clemente, en venganza por aquel Clemente que suprimió la Compañía de Jesús”.
Al finalizar la audiencia, saludó uno por uno a una representación de periodistas. Después, antes de retirarse, saludó en español diciendo: de corazón les doy la bendición a cada uno de ustedes. Sé que muchos no son creyentes, por ello de corazón les doy la bendición, respetando la conciencia de cada uno, pero sabiendo que todos son hijos de Dios.
Informar sobre la Iglesia
El Papa agradeció a los presentes su trabajo, reconociendo que la Iglesia “tiene en gran estima” a los profesionales de la comunicación. Quiso agradecer la labor de los informadores en estos días del cónclave. “¡Habéis trabajado!”, dijo sonriente.
Pero sobre todo, quiso dar las gracias a aquellos informadores que “han sabido dar una lectura de los acontecimientos desde el punto de vista correcto, que es el de la fe”. “A veces no es fácil comunicar e interpretar los acontecimientos de la vida de la Iglesia desde el punto de vista correcto, que no es político, sino sobre todo espiritual”.
“Sólo poniéndose en esta perspectiva se puede informar bien sobre la Iglesia. Cristo es el centro, no el Sucesor de Pedro. Sin El, ni Pedro ni la Iglesia tienen razón de ser”. En todo lo sucedido desde la renuncia de Benedicto XVI hasta el final del cónclave, afirmó, el protagonista “es el Espíritu Santo. Es muy importante tener este horizonte de interpretación”.
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