Anna Karenina, joya de la literatura rusa, obra cumbre del realismo, escrita por León Tolstoi. A través de esta novela, el dramaturgo hace una fuerte crítica a la moral de la sociedad aristocrática del 1800 en Rusia.
Anna Karenina (Keira Knightley) lleva una vida envidiable: está casada con Karenin (Jude Law), un importante funcionario, del fruto de su matrimonio procrearon un hijo, la posición social de Anna en San Petersburgo es envidiable. Karenina Viaja a Moscú para tratar de salvar el matrimonio de su mujeriego hermano; durante este viaje conoce al apuesto oficial de caballería Vronsky (Aaron Taylor-Johnson). Cuando Anna es presentada al oficial, la atracción entre ambos es mutua, hasta culminar en un tórrido romance que los orilla a destruir la familia de Anna. También al mismo amante de Karenina (Vronsky), finalmente a la misma Anna, quien termina suicidándose porque no logra soportar el peso moral de la sociedad rusa de ese entonces, que no acepta su relación con el oficial Vronsky por motivos de índole ético.
Más allá de la crítica epocal, analicemos el verdadero peso moral y psicológico que no consigue soportar Karenina orientándola al suicidio. La psicología, la neurociencia, la psicoinmunologia, medicina psicosómática, la neuropsicoendocronología, la psicofisiologia, etcétera; ramas de la ciencia y la medicina moderna conectadas entre sí, confirman que nosotros como seres humanos, somos las únicas criaturas de la tierra capaz de cambiar y modificar nuestra biología mediante lo que pensamos, hacemos o sentimos. En resumen los científicos dicen en sentido simbólico: “como está tu pensamiento así está tu corazón”, como está tu corazón así está tu espíritu.
Aludiendo la misma reflexión desde el punto vista teológico “la boca habla de lo que está lleno el corazón” de acuerdo a como se encuentra el alma de la persona, así serán sus pensamientos, sus palabras, sus actos, unidos a su ética y su destino. Experimentamos cambios bioquímicos y fisiológicos en nuestro organismo conforme a nuestras emociones y estados de ánimo. El científico Hans Selye fisiólogo médico, director del Instituto de Medicina y Cirugía Experimental de la ciudad de Montreal (padre del estrés 1950); descubrió el estrés y sus efectos dañinos en el hombre, los cambios psicofisiológicos conectados a la enfermedad y el envejecimiento prematuro del individuo; autogenerados por su propio estrés emocional y exterior.
El odio, los celos, la confusión provocan estrés, tensión emocional, cada emoción va cargada de información, intensión y energía dependiendo de lo que percibo: ejemplo: celos o contentamiento, odio o amor. Los pensamientos negativos son veneno para nuestra salud; secretan sustancias neuroquímicas en nuestro organismo como la adrenalina, cortisol y ácido clorhídrico; la adrenalina comprime el calibre de las arterias cerebrales, reduciendo la irrigación sanguínea a las neuronas cerebrales, la falta de oxigenación a las neuronas, origina disminución del funcionamiento cerebral ocasionando un sinnúmero de efectos colaterales al individuo; ejemplo: mala actitud, conducta equivocada, sentimientos de ira, irritabilidad, errores en la toma de decisiones.
La conducta más significativa vinculada a los actos de Anna Karenina personaje central de la película, son sus hechos un adulterio fundamentado en su gran confusión acerca del amor; aunado a su pobre y vulnerable código de ética. Para ella el amor que no se sustenta en el origen antropológico y teológico es capaz de todo, y da la fuerza para dejar un esposo fiel, un hijo, una familia, huir son su amante y desafiar a la aristocracia rusa; sin importar que esa felicidad e intereses propios sea a costa de la infelicidad de los demás. El carácter ético del hombre está sabiamente conectado a la verdad; es infalible, cuando se actúa en contra de esa verdad, a la larga, esta virtud “cobra factura”.
La identidad y esencia más profunda de la persona es el amor, referida por un Ser Supremo Dios. Al obrar en contra de mi naturaleza más divina, la espiritual; soy antinatura voy en contra de mi esencia, me auto asesino silenciosamente por medio de mis emociones, las cuales necesito transformar y depurar. Una emoción es depurada cuando es pasada por el filtro de la verdad (bondad, belleza y bien); esta me conlleva a la reflexión siguiente: el amor auténtico da la fortaleza para convertir en virtudes mis debilidades humanas. Las virtudes son las dignidades que nos rescatan de nuestra ignorancia, miserias, debilidades, enfermedades, destrucción y muerte espiritual y física. Aquí nos elevamos a un alto nivel de inteligencia sustentado en la razón, este buen juicio y conocimiento es brillante, evita la propia destrucción de la persona impulsado por sus arrebatos. León Tolstoi, uno de los puntales de la literatura Rusa, criticó fuertemente la hipocresía de la sociedad rusa, resalta los valores hermosísimos de otros personajes de su novela que dan cátedra auténtica de amor y perdón.
La ciencia certifica que necesitamos regresar a las raíces religiosas, divinas, que religan al hombre con la libertad interior, la salud, la plenitud; nuestro origen primigenio sagrado. La filosofía el amor a la sabiduría, grita, es vital vivir en la verdad, “la verdad os hará libres y sabios”. La teología y la ciencia evidencian y demandan vivir en pureza, pureza de intención. La virtud de la pureza es vital para nuestra salud, juventud, belleza; sin ellas nos autodestruimos lentamente; lo más peligroso: arruinamos esposos, hijos, hermanos, padres, amigos. La pureza a la que nos exhorta la vida, los científicos, el Ser Supremo, es también la pureza de actitud, pensamiento y emociones; al llevar estos el sello del amor incondicional y renunciar a nuestros propios placeres e intereses; sentiré plenamente la gloria de quien soy, viviré en armonía y consonancia total con el auténtico amor, el AMOR neutraliza las enfermedades, el proceso de envejecimiento y restituye su identidad, bienestar e inteligencia a cada célula del cuerpo. La novela de Tolstoi ha tenido muchas adaptaciones, sin embargo en todas corrobora el resultado de vivir en la mentira: la autodestrucción del ser humano.
Fuente: Aleteia 05 de Junio de 2013
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