miércoles, 3 de abril de 2013

Ocho años bajo la sombra de Wojtyla


Jesús Bastante).- Hace ocho años, a las 21,37 horas, fallecía Juan Pablo II. Fue una muerte anunciada, pues la agonía del Papa polaco se retransmitió casi en directo durante meses. Un Pontífice mediático, posiblemente el primer Papa global de la historia, el Papa viajero y de los records. Juan Pablo II, el tercer pontífice que más tiempo permaneció en el solio pontificio (27 años), falleció en loor de multitudes, y con el pueblo reclamando su canonización casi inmediata. Ocho años después, su canonización parece inminente.
Francisco, el nuevo Papa, podría ser quien llevara a los altares al hombre que le hizo arzobispo de Buenos Aires y cardenal. "Karol Wojtyla y Jorge Bergoglio tuvieron encuentros significativos. Es evidente que lo apreciaba", señala, en una entrevista con Tiempo, el postulador de la causa de canonización de Juan Pablo II, Slawomir Öder.

El proceso, que se ha dado por concluido, ya está en manos del cardenal Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, y en el momento en que alguno de los milagros atribuidos a su intercesión puedan ser confirmados -se habla ya de dos en muy avanzado estado-, podría firmarse el decreto de canonización. Algunas fuentes hablan del 16 de octubre, cuando se cumplen 35 años de su elección como Pontífice, sucediendo a Albino Luciani.

"No habrá que esperar años", asegura Öder, quien añade que tanto Juan Pablo II como Francisco "comparten la proveniencia del campo pastoral, el estar radicados en la vida concreta de la diócesis, el encuentro con las personas y esa humanidad que produce sus efectos en los gestos, las palabras y el interés por los problemas de la gente".

Por su parte, en una reciente entrevista con La Stampa, el cardenal Dzwisz, secretario personal de Wojtyla, apuntaba que "conservo las esperanzas de que la canonización ocurra en este año de la fe".

"Toda Polonia espera e invoca la canonización", añadió el purpurado, uno de los pocos que se atrevió a criticar públicamente la decisión de Benedicto XVI de renunciar -"No puedes bajarte de la cruz"-, y firme defensor de la santidad de su maestro. No obstante, admitió no haber hablado del asunto con el nuevo Papa.

Sea como fuere, parece que nada impedirá que Juan Pablo II suba a los altares de forma definitiva, en una canonización tan rápida como lo fue su beatificación, apenas siete años después de su muerte, y saltándose los plazos marcados por la Santa Sede. El pueblo que clamaba por su santificación es el mismo -aunque han cambiado algunas caras, algunas presencias, algunos protagonismos- que el que hoy vitorea a Francisco. Y el que mostró su sorpresa ante la renuncia de Ratzinger.

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